CRÓNICA «NUESTRA SEÑORA DEL AMPARO»

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1 de noviembre de 2021, en torno a las 21:30 horas Nuestra Señora del Amparo vuelve a casa, como colofón a una jornada en torno a Ella.

Habíamos comenzado por la mañana un poco antes del Ángelus, con el encuentro de familias y niños, aprendiendo a ser más santos, a valorar a los “santos de la puerta de al lado” y recordando a nuestras personas más queridas. Los mayores sólo teníamos que mirar a los niños para recordar la sencillez de la santidad, que sólo se trata de “hacer de lo ordinario algo extraordinario”. Exactamente como los niños.

Ofrenda: intenciones y compromisos

Con la mirada en la Virgen, pedíamos por nuestras intenciones. Nuestra cuadrilla y quienes la comandan han ido de la mano con la Hermandad para que el día de Todos los Santos comience en el Ángelus a las plantas de Nuestra Señora. Esa misma cuadrilla de comportamiento ejemplar antes y durante el trabajo, que saben estar a la altura. Y todos los hermanos hemos vivido este día como auténtica familia, transmitiendo a los pequeños la memoria que a nosotros fue legada.

 

Ese momento de alegría fue cediendo a uno de recogimiento, cuando cada uno fue ofreciendo su compromiso para ser mejores, su recuerdo por esa persona que le falta y su petición por la que es sostén de su vida. Todo, metido en un sobre, y puesto a los pies de la Virgen en su paso procesional.

A medida que avanzaba el día, el cielo iba acomodándose para ofrecer una tarde de dulce recuerdo. María Santísima de la Candelaria quiso ataviarse de luto y esperar a sus hijos de manera discreta y cariñosa, como siempre lo hace.

Leales y generosos nuestros hermanos profesionales sanitarios, para cumplir con el compromiso que habíamos adquirido frente a nuestros costaleros y la sociedad.

Solemne Función

Al comenzar la Santa Misa, al mirar alrededor había que cerrar los ojos para ver a TODOS aquellos que ya faltan físicamente. Para ellos, para nuestro hermano mayor honorífico, para Manolo, la primera levantá, la Marcha Fúnebre de Chopin dentro de la iglesia, un lazo negro en el candelabro delantero y otro en el estandarte. Nuestro recuerdo exteriorizado. En el interior, la oración previa dirigida por nuestro consiliario, antes de abrir el cancel.

Los hermanos forman el cortejo, con la sabiduría de las grandes ocasiones, en esas en las que no hacen falta demasiadas indicaciones para saber estar. La agrupación, su presidenta, presencia constante, apoyo a lo que nuestra hermandad propone, compañía cercana, de principio a fin.

Suena AMUECI, como si no hubiera habido un paréntesis, sólo un sueño. Un sonido perfecto, música extraordinaria, para envolver a un público que no deja de mirar hacia arriba.

Como un sueño sube ya Maese Luis donde, al ver los ciriales, una señora mayor se levanta detrás de una ventana y, ayudada por dos mujeres más jóvenes, se asoma a la cita con la Madre. Detrás, nuestros sacerdotes, velando por todos nosotros, hijos de la Iglesia.

La última levantá por los hermanos difuntos. Finalmente, los zancos se posan delicadamente bajo el crucero del templo. La cofradía ha hecho lo que debía, cuando debía y, esperamos que así sea, de la manera que debía. Esta es nuestra manera de decir GRACIAS.