Obra Social

      

  

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La obra social y caritativa de la Hermandad de la Oración en el Huerto hunde sus raíces en el carisma gremial propio de la corporación, que antaño se constituía de esa manera (tanto hortelanos como guadamacileros fueron gremios que se reunieron en torno a las imágenes de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto y Señor Amarrado a la Columna, respectivamente). De dicho carisma surgen actitudes como el cuidado, la atención, la ayuda, así como la presencia, que conforta, anima y crea espíritu de familia; comunidad apuntalada por María Santísima, primera acompañante, desde la Presentación en el Templo hasta la Resurrección de Jesús, bajo cuyo Amparo encontramos fuerzas para los avatares de la vida. Esa es nuestra meta en la forma de vivir la cofradía y para la que trabajamos incesantemente, sabiéndonos limitados e imperfectos.

Este enfoque supone no considerar la acción social y de caridad como un apéndice: una comunidad de fe no puede vivir al margen de la caridad que brota del Amor, recibido de Dios y que es correspondido en el que más lo necesita: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo” (EG 187).

Por ello, es nuestro deber encontrar todas las vías para ejercerlo, recorriendo inevitablemente el camino del samaritano (Lc 10, 30-35): hacerse cargo, querer ver; cargar, poner las manos; y encargarse de la realidad de necesidad, poner el corazón -y recursos-.

En definitiva, una hermandad que transita por el mundo líquido del siglo XXI, donde de la apertura, el diálogo y las preguntas se nos muestran realidades para atender. Siempre en la medida de nuestras posibilidades, pero sin conformarnos por la comodidad de lo ya conocido.