Hora Sancta in Hortu Gethsemani (Febrero)

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CONOCER Y MEDITAR SU ENSEÑANZA
¡Queridos amigos de Getsemaní, el Señor os conceda su paz!
Las noticias transmitidas por los medios de comunicación no son muy reconfortantes y en la mayoría de los casos son de crónica negra… Son muy raros los mensajes sobre la solidaridad y el bien que mucha gente realiza silenciosamente. Se respira una cierta confusión y malestar general ante la aparición de acontecimientos como guerras abiertas y declaradas entre diferentes naciones, enfermedades, hambre, inundaciones y terremotos e incendios. Es aún más curioso el enjambre de mensajes apocalípticos que infunden miedo y desconcierto.
Por el contrario, el Señor, en el Evangelio, ante acontecimientos mucho más graves, nos invita a una inmensa esperanza… que solo se comprende si mantenemos una relación fuerte con Él: «Cuando estas cosas comiencen a suceder, levantaos y alzad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación” (Lc 21, 28), “Velad y orad en todo momento…” (Lc 21, 36). El evangelista nos ofrece una anotación importante para entender el lugar donde Jesús pronuncia tales palabras… y es precisamente AQUÍ, en Getsemaní, entre Jerusalén y el monte de los Olivos, entre su enseñanza en el templo y su pausa nocturna: “Durante el día enseñaba en el templo, por la noche salía y pernoctaba a la intemperie en el monte llamado de los Olivos” (Lc 21, 37).
Todo esto me parece de gran importancia: ¡Es una buena noticia para cada uno de nosotros! Esta es la invitación y oración que queremos compartir con todos vosotros, queridos amigos: en los acontecimientos que vivimos, en los lugares donde nos encontramos, en nuestras reuniones, sean pobres o ricos, dramáticos o magníficos, luminosos u oscuros, llevemos su Palabra, su Promesa, que nunca se romperá. Es el Maestro el que AQUÍ, desde este Jardín, nos lo aconseja: a la lucha, a la oscuridad, no debemos entrar solos… Solo podemos hacerlo estando a su lado, con vigilancia y oración. “Quedaos aquí y velad conmigo… Vigilad y orad, para no caer en tentación. El espíritu está pronto, perola carne es débil” (Mt 26, 38. 41).